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lunes, 25 de octubre de 2010

Currency war o un eco del final de la relación umbilical Estados Unidos-China


Los desequilibrios acumulados en los últimos 20 años tocan a la puerta hoy para reclamar atención. A China se el exige disciplina cambiaria y mayor énfasis en la demanda interna. Pero la percepción de Beijing es que no puede darse el lujo de perder competitividad en los mercados internacionales. Eso sucedería si aumentan sus costos laborales y se permite la apreciación del renminbi. Por eso, China reclama a su vez disciplina monetaria al país que emite los papelitos verdes, que otrora fueron la piedra de toque del sistema monetario internacional. Este es un nuevo mundo en el cual uno de los países más pobres del planeta puede ignorar a su antojo las presiones de las naciones más poderosas. El yuan está pegado al dólar como una garrapata. Si las cotizaciones del dólar suben, las del yuan suben; si caen, también ocurre lo mismo. Eso se consigue por medio de una actuación disciplinada del Banco del Pueblo de China, el banco central. Si sobran dólares a consecuencia del aumento de las exportaciones, el banco central los recompra; si faltan, está pronto a garantizar la oferta. De momento, el objetivo es intercambiar moneda extranjera a 6,705 yuanes por dólar.  La cuestión de fondo, sin embargo, es la aproximación de una era, que algunos llamaron de “Bretton Woods II”, un sistema específico de relación umbilical entre el dólar y el renminbi en vigor desde 1995. Si, los chinos quieren salir de esta relación, pero quieren hacerlo en sus términos y dentro de su agenda.  Las buenas noticias al fin de cuentas es que el reequilibrio global ya está ocurriendo.


Las analogías militares deberían ser manejadas con cuidado. Los ministros de Finanzas hablan de "guerra". ¿Qué significa esto? Y si el warfare esta en perspectiva ¿está allí como un modo de sacar ganancia del botín de guerra? En algunas formas un currency war sería una forma moderna de una guerra comercial. Los países usan sus dividas como un escudo.
Estamos inmersos en una guerra monetaria internacional, un debilitamiento generalizado de las monedas”, dijo a Financial Times, Guido Mantega, ministro de Finanzas que ha estado por ocho año a lado de Lula a cargo del impresionante desempeño de la economía brasileña. Para Mantega, la propagación de intervenciones de este tipo es como una epidemia que obliga a los demás países exportadores que compiten en los mercados globales para exportar sus productos a seguir políticas similares para depreciar sus monedas. Curiosamente hemos regresado desde los argumentos modernos de que en un mundo de redes globales de producción los tipos de cambio pierden sentido como forma de recuperar competitividad hacia las tradicionales vías de tratar de desvalorizar –o no apreciar lo suficiente- la moneda nacional como una forma de ganar competitividad, que los manuales clásicos nos contaban, ya que con facilidad se convertía en una delicada herramienta de “empobrecer al vecino” y de agravar fricciones.
            Casi siempre, las crisis financieras conducen irremediablemente a crisis fiscales de los Estados. Ya que las altas cuotas de desempleo, los paquetes de rescate y los programas coyunturales hacen explotar la deuda pública. Como medida para paliar el déficit, los estados imponen drásticas medidas de ahorro, lo cual termina estrangulando la demanda y hace crecer el peligro de una nueva recesión. Los banco emisores mantienen sus tasas de interés en cero o casi en cero y el capital busca lugares con mayores tasas. Y esos lugares son los países en vías de desarrollo, que crecen dos o tres veces más rápido que los países industrializados. Entonces, esos países son celebrados por el FMI como los nuevos motores del crecimiento global.
            Pero las nuevas estrellas no se siente realmente felices en ese rol, ya que registran, en parte, un flujo masivo de capitales, lo cual presiona a sus divisas a un aumento de su valor nominal. Brasil tuvo que accionar, hace poco, el freno de emergencia. Introdujo controles de circulación de capital y aumentó el impuesto al flujo de capital extranjero. Otros países están a punto de seguir este ejemplo. Pero el malestar crece, y no sólo en los países en vías de desarrollo.
La historia de los años 1990 mostró una y otra vez que es insustancial esquivar el mercado, según FT.[1] Del ataque de George Soros sobre los miembros de la libra esterlina en 1992, así como la crisis de la devaluación mexicana dos años más tarde y las crisis asiáticas de 1997, y finalmente la devaluación argentina en 2001, casi cada tentativa gubernamental para guardar los exchange rates de su valor fundamental fracasó.  
Un legado de este período fue la formación de una clase de activo llamado foreign exchange. La experiencia de los años 90 mostró que había dinero para hacer ante las fluctuaciones de divisas. Pero el nuevo sistema es peligroso porque las divisas, como en todos los otros mercados, tienen una tendencia hacia el exceso. Así la década pasada vio divisas sostenidas en niveles poco realistas, no por los gobiernos sino por los inversores de divisas, operando por medio de bancos o macro hedge funds.



China mantiene su moneda –el yuan o renminbi- artificialmente infravalorada, entre un 20% y 40%. Además, impone férreos controles a la entrada y salida de capitales. Vendiendo yuanes y comprando otras monedas, China mantiene el tipo de cambio débil, favorece sus exportaciones y embalsa así un enorme superávit comercial. Para China, afrontar una subida del tipo de cambio que provoque el cierre de las fábricas por parte de las empresas exportadoras y que cause desempleo, aunque fuera temporalmente, sería difícil de soportar, ya que a los problemas que el desempleo causa en cualquier país, China añade factores relativos a la legitimidad del régimen político. Mil años en los que lo normal fue el caos político justifican el pavor de los dirigentes chinos a perder la relativa paz social en la que vivió su país en las últimas décadas. “Un yuan fuerte interrumpiría el rápido crecimiento de China, facilitando la gradual transición del país a un modelo orientado de la exportación al consumo”, dijo Dee Woo, del departamento de economía del Beijing Huijia Private School
Puede permitirse un yuan que se revalúe ligera y pausadamente cuando crece el comercio mundial, pero no si se contrae, como puede volver a ocurrir. En esta coyuntura, China se está revelando no ya como una potencia económica de una sorprendente vitalidad –el FMI espera que crezca este año un 10,5%- sino como un actor de primera línea, capaz de decidir el curso de los acontecimientos.[2] China tiene muy claro que no quiere reeditar el modelo de Japón cuando después de aceptar un tipo de cambio del yen más fuerte tras el Acuerdo Plaza de 1985[3] acabó bajando los tipos de interés posteriormente, para compensar la fuerte apreciación de su divisa, y creando una burbuja con efectos que todavía perduran[4].
En los últimos cinco años, el Gobierno chino gastó en promedio 1.000 millones de dólares al día interviniendo en el mercado de divisas para evitar que el yuan gane valor. Estos esfuerzos dieron resultados: no es por azar que las enormes reservas internacionales en monedas que acumuló China equivalen a la mitad del tamaño de su economía. El gigante asiático posee el 28,6% de las reservas mundiales en divisas. La mayoría de ellas están denominadas en dólares.
Las reservas crecieron en 194.000 millones de dólares en el tercer trimestre, según datos del banco central chino, lo que supuso el mayor incremento trimestral de la historia. El aumento en las reservas fue impulsado tanto por el incremento del superávit comercial chino como por la reciente caída del dólar. Esto último elevó el valor de las reservas chinas no denominadas en dólares, en términos de la divisa estadounidense[5]. Adquirir moneda extranjera en los mercados tiende a producir inflación porque los pagos de las compras de dólares son hechos en moneda local. Pero China puede hacer eso sin producir inflación porque los chinos ahorran 51% de su salario. En las páginas de Financial Times, el influyente columnista Martin Wolf afirma: si un país que invierte la mitad del PBI en reservas cambiarias no es un manipulador cambiario, entonces, quién lo será[6]. Manipulación es una expresión con fuerte connotación política, cuyo objetivo es la aplicación de represalias. En la argumentación de Wolf, Japón, Suiza, India, Japón y Brasil también están manipulando su cambio, porque están apilando reservas.
Beijing no quiere que los operadores consideren el renminbi una apuesta ganadora, ya que les preocupa que pueda atraer más dinero a los mercados chinos. Por lo que, en los últimos tres meses, el banco central también ha fijado un tipo de cambio oficial renminbi/dólar inferior día a día, conteniendo la subida. Luego está la lucha por mantener las apariencias de que China ha adoptado un sistema que vincula el renminbi a una cartera de divisas. Citi Investment Research dice que, pese al régimen más flexible, el renminbi “sigue vinculado al dólar y no a otras divisas”, lo que implica que su evolución durante el resto del año dependerá de lo que haga el billete verde[7].
Su política económica ha sido una de las mejores en la lucha contra la Gran Recesión, el estímulo económico funcionó y la retirada ha sido gradual, para combatir la formación de burbuja. Además, China recuerda experiencias anteriores de desórdenes en el mercado de divisas y no quiere nada parecido: tras los acuerdos del Louvre a mediados de los ochenta, en los que los grandes países se pusieron de acuerdo para devaluar el dólar, el yen japonés se disparó y provocó un estancamiento del que la economía japonesa no consiguió salir.
            Si, además, el gobierno chino interviene en el mercado de divisas comprando dólares, euros y yenes, con lo que consigue subir la cotización de estas monedas, tenemos un cóctel perfecto. La semana pasada, por ejemplo, China anunció que empezaba a comprar bonos griegos y lo justificó como prueba de su confianza en la economía de ese país. La verdad era que con la compra de deuda griega lo que pretendía era fortalecer el euro. La utilización de sus reservas de divisas para apuntalar la economía griega recuerda al mundo que el poder geopolítico de Beijing fluye ahora en forma de dinero[8]. Con los inversores otra vez escépticos sobre los fondos públicos de Europa, China monta a caballo al rescate.


Países emergentes e ingreso de capitales


            Otros emergentes asiáticos han optado por copiar esa operativa desde hace tiempo: toda Asia ha capeado excelentemente la crisis con un modelo de crecimiento basado en la exportación, en el ahorro interno, en la acumulación de reservas. Para competir y, por esta vía, estimular el crecimiento, Corea del Sur, Japón, Brasil y otros tomaron medidas para bajar también el valor de sus divisas, generando temores de que estos esfuerzos podrían presagiar una guerra comercial. Estos países temen por grandes afluencias de capital que podrían provocar burbujas especulativas.
            Los países emergentes están respondiendo a una atemorizante avalancha de capitales que buscan escapar de las bajas tasas de interés de los países industrializados. Ese ingreso de capitales refleja los cálculos de los inversionistas que el crecimiento de los mercados emergentes será más rápido que el de los países desarrollados[9]. Los economistas del banco holandés NIBC contabilizan 18 países, desde Israel hasta Brasil y Corea, que intervinieron para moderar el alza de sus monedas.


Las tensiones actuales se tornaron evidentes hace algunas semanas, cuando el Banco de Japón intervino en los mercados cambiarios, por primera vez en seis años, para forzar la depreciación del yen cuando se aproximó al nivel de 82 por dólar estadounidense, cota a la que no había llegado desde 1995, y después de que, de mediados de abril a mediados de septiembre, se había apreciado en cerca de 14%[10]. La magnitud de la intervención fue, en sí misma, apabullante: 200 billones de yenes o 230 mil millones de dólares. El segundo anunció una inyección de 1 billón de yenes (93.000 millones de euros) destinado a créditos a seis meses para empresas con intereses muy bajos. Esa cantidad se suma a los 2 billones de yenes que el Banco de Japón ya había destinado a este fin.
Japón también mantiene desde el año pasado una tasa de paro superior al 5%, la peor cifra desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Muchos señalan que los datos que publica el Gobierno son engañosos, puesto que cada vez más gente trabaja a cambio de salarios basura, lo que hace que se empiece a hablar de una brecha entre ricos y pobres en un país que siempre ha contado con una sólida clase media
Después de haber agotado todos los métodos tradicionales de políticas fiscales y monetarias, los países desarrollados están buscando nuevas formas de impulsar el crecimiento. “Lo importante, empero, era el mensaje: dar por concluidos años de pasividad y poner en claro que, de ser necesario, continuaría interviniéndose, para lo cual en la tercera economía mundial –medida a tipos de cambio de mercado- no falta espacio ni recursos”, dijo Jorge Navarrete, en el diario La Jornada[11] En este sentido, según la aseguradora UBS, la mega tendencia de intervenciones viciará el mercado de divisas de 4 billones de dólares durante la próxima década. “Existe un peligro real de más acciones unilaterales (…) Va a haber más países que intervengan y otros que de manera inadvertida debiliten sus monedas”, dijo UBS[12].
            El profesor de Berkeley Barry Eichengreen, uno de los economistas estudiosos de la Gran Depresión, lleva tiempo alertando contra las devaluaciones competitivas. “Cada día parece más probable que estemos destinados -¿o deberíamos decir condenados?- a repetir la desastrosa historia de los año treinta”. Entonces, “un país detrás de otros bajó su tipo de cambio en un intento desesperado de salir de la depresión a través de las exportaciones. Pero cada devaluación solo agravaba los problemas de sus socios comerciales, que veían cómo se hacía más profunda su propia depresión”.
En teoría, la idea de que todos (o muchos) quieran devaluar para crecer parece tan impracticable como que todos quieran tener superávit comerciales. Pero en la crisis, la situación puede ser diferente. Al intervenir en los mercados cambiarios para adquirir su propia moneda, los bancos centrales están, de hecho, aplicando una política monetaria más laxa, en condiciones en que las tasas de interés cercanas a cero han privado de efectividad al instrumento por excelencia de esa política. De esta suerte, si varios países, aun sin ponerse de acuerdo, propician de manera simultánea la depreciación de sus monedas, se ejerce un efecto parecido al de una liberalización concertada de las políticas monetarias. Así, una serie de devaluaciones deliberadas, más que un juego de suma cero, puede acabar como una liberalización monetaria más o menos coordinada.




Redición de la política del “beggar-thy-neighbor
           

La proliferación de este tipo de medidas no es un episodio inédito en la historia económica. La política de provocar la depreciación de la moneda de un país para incrementar la competitividad de sus exportaciones es conocida en el mundo económico como “mendigar al vecino” (beggar-thy-neighbor).[13] En muchas ocasiones, dicha política incluye también la implementación de barreras a las importaciones, de manera tal que el país que lleva a cabo la política se ve beneficiado a costillas de sus socios comerciales, los vecinos en esta analogía.
El episodio más conocido de propagación de este tipo de política fue durante la Gran Depresión de 1930, cuando varios países buscaban reactivar sus economías mediante una mayor actividad en el sector exportador y la protección de su mercado doméstico. En aquella ocasión, el primer país en intervenir para debilitar su moneda fue Francia en 1928. Esto fue seguido por Gran Bretaña dos años después al implementar restricciones a las importaciones de bienes. La respuesta por parte de Estados Unidos no se hizo esperar y en 1930 aprobó una serie de tarifas a la importación de bienes con el objetivo de reactivar la industria doméstica. La decisión estadounidense provocó represalias de todos sus socios comerciales, acelerando el colapso del comercio global. El impacto fue más severo para los países que tenía un superávit en la balanza comercial, como Estados Unidos.
El otro lado del espejo es Estados Unidos, incapaz de competir con China y está condenado a perpetuar un déficit comercial, una verdadera bomba de relojería para las cuentas del estado, que dificulta la recuperación. El déficit público estadounidense llegará este año a un alarmante 10,6%, según las proyecciones del gobierno. La deuda pública equivale al 63% del PBI, pero estos datos no incluyen a las agencias federales, ni a los 50 Estados del país. A esto hay que sumar el déficit por cuenta corriente. Cada vez menos inversores parecen estar convencidos de que Estados Unidos estarán en condiciones de pagar la cuenta por sus décadas de consumo en base al préstamo.
Aunque en este debate hay poco inocentes. Washington también está tratando de devaluar su moneda.[14] El dólar débil refleja la impotencia del presidente Obama, a quien no le es posible convencer a las familias de su país de gastar dinero. Si en ese país no aumenta el consumo, entonces el único camino para evitar una nueva recesión es una exportación mayor. Y es exactamente la debilidad del dólar la que da un aporte a la exportación[15]


Las presiones de los demás países, como por ejemplo las amenazas del Congreso de Estados Unidos con medidas proteccionistas, conseguirán probablemente acelerar un poco la apreciación del renminbi, pero no lograrán apartar a China de su gradualismo, que es lejos la forma preferida de cambio económico del Gobierno chino[16]. China ya suavizó el pasado junio los férreos controles sobre su tipo de cambio: el problema es que desde entonces el yuan se ha revalorizado apenas un 2%.
Entre las medidas se faculta a los funcionarios de Estados Unidos para que impongan aranceles en contra de las exportaciones chinas subsidiadas por el renminbi artificialmente bajo, pero no les exige a estos funcionarios que emprendan acciones. “Y a juzgar por la experiencia pasada, los funcionarios estadounidenses, de hecho, no emprenderán acciones –seguirán presentando excusas, a fin de promover un imaginario progreso diplomático, y, en general, para confirmar la creencia de China en cuanto a que ellos son tigres de papel”, dijo Paul Krugman.
Obama afronta el próximo 2 de noviembre unas elecciones decisivas, en las que se renovará íntegramente la cámara de representantes y parcialmente el Senado. Todos los sondeos apuntan a una derrota contundente de los demócratas. El desempleo permanece estancado en 9,6%, como en el peor momento de la era Reagan.
El enfrentamiento monetario entre las dos economías más potentes del mundo, dura ya varios años, y son producto de la estructura misma del actual sistema económico mundial. En su momento, el traslado de la mayor parte de la producción industrial a la región asiática, más exactamente a China, permitió a los países occidentales evitarse toda una serie de problemas sociales, políticos, ambientales y de otra índole. Sin embargo, se hizo patente un problema: la mercancía importada de China resultó tan barata que inevitablemente socavó la competitividad de los productos estadounidenses tanto en el mercado internacional, como en el interno.

Los gestores de la economía estadounidense nunca han hecho una presión excesiva, porque están atrapados entre los intereses de las empresas norteamericanas que producen en China a precios chinos y los del Tesoro de la primera economía del mundo, encontraron en el Banco Central de China al mejor comprador de sus recurrentes emisiones de bonos. Cualquier presión verbal americana, que se producen todos los meses, puede ser replicada por una amenaza de cambiar la política de compra de bonos por parte de China, y provocar un desplome rápido del dólar.
El problema técnico está contaminado por una alta dosis de emoción. Cada vez más los políticos de Estados Unidos acusan a China de quitar mercado de trabajo a los americanos con la manipulación del cambio[17]. Y, cuando las cosas toman ese rumbo, es complicado encontrar una salida. Algunos analistas estadounidenses aconsejan al presidente Obama que inicie represalias, impidiendo a los chinos comprar bonos del Tesoro estadounidense, o que imponga controles de capital a China o, directamente, que apruebe medidas proteccionistas contra los productos chinos.
Pienso que ese es un proyecto muy malo, que tendría consecuencias devastadoras para China y Estados Unidos. Hablamos de una situación en la que todos puedan ganar, en estas todos pierden. Es malo para todo el mundo”, dijo Stephen Roach, especialistas de Morgan Stanley.[18] En su opinión, es incorrecto que los políticos estadounidenses responsabilicen al yuan de los déficits comerciales que tiene Estados Unidos con 90 países, un problema multilateral que no puede ser resuelto con un acuerdo sobre los tipos de cambio bilaterales. “Es ridículo que los políticos piensen que la relación yuan-dólar hará alguna diferencia para el amplio desequilibrio comercial de Estados Unidos con el mundo”, dijo Roach.  El problema real es que China, muy dependiente de las exportaciones, tiene un consumo interno bajo desde hace 30 años, mientras que Estados Unidos ha gastado más de lo que podía por demasiado tiempo, un modelo que tiene que cambiar, afirmó el ejecutivo.


[1] Financial Times, “Everyone will lose in a global currency war”, (8/10)

[2] Asahi Shimbun, “Renminbi tug-of-war heads to Washington”, (9/10)

[3] El 22 de septiembre de 1985, en el Hotel Plaza de Nueva York, los gobiernos de Francia, la República Federal de Alemania, Japón, Estados Unidos y Reino Unido, acordaron depreciar el Dólar frente al Yen y al Marco (alemán) para abaratar las exportaciones estadounidenses.

[4] Financial Times, “Hostilities escalate to hidden currency war”, (27/9)

[5] The Wall Street Journal, “China Currency Reserves Soar”, (14/10)

[6] Financial Times, “How to fight the currency wars with stubborn China”, (5/10)

[7] The Wall Street Journal, “Beijing's Precarious Forex Policy”, (14/9)

[8] LiveMint, “China’s cash for geopolitics”, (5/10)

[9] The Wall Street Journal, “Emerging-Market Currencies Soar”, (15/10)

[10] The Wall Street Journal, “The U.S. Will Lose a Currency War”, (13/10)

[11] La Jornada, “Guerra devaluatorias”, (30/9)

[12] Bloomberg, “G-20s Intervention risk protectionist represail”, (7/10)

[13] The Wall Street Journal, Heard on the Street,  A Return to Beggar Thy Neighbor?”, (24/9)

[14] The Moscow Times, “How to Become Dollar-Free”, (7/10)

[15] Financial Times, “US and China: Two giants locked in a symbiotic embrace”, (7/10) 

[16] The Wall Street Journal, Heard on the Street, “How to Start a Trade War”, (1/10)

[17] LiveMint, “It’s about jobs, stupid”, (12/10)

[18] Bloomberg, “China Should Be Allowed to Manage Gradual Yuan Gains, Roach Says”, (11/10)

jueves, 21 de octubre de 2010

Geopolítica: Brasil en el gran juego de ajedrez mundial


Con los descubrimientos de las reservas de petróleo en la zona del pre-sal, Brasil será considerada la cuarta mayor reserva de petróleo del mundo y podrá hacerse una gran potencia mundial. La historia prueba que integrar el gran juego mundial del petróleo genera repercusiones geopolíticas, militares y financieras globales. El petróleo no es una mercancía como cualquier otra. Fundamentalmente, es el principal energético utilizado en el mundo y todo lo que involucra impacta en las finanzas internacionales, pudiendo generar crisis con resultados imprevisibles.
Tener reservas extraordinarias de petróleo y exportarlas por el mundo exige que Brasil use su capacidad militar para garantizar los canales de comercialización de petróleo en cualquier lugar del mundo. ¿Brasil estará frecuentemente en guerra y será convocado con fuerza siempre que su petróleo esté amenazado? Esa parece ser la lógica de ese sector, estimulada inclusive porque las industrias militar y del petróleo están interconectadas. Hacer la guerra para garantizar el petróleo da una enorme ganancia de escala al selecto grupo de empresas como las estadounidenses Halliburton, que lucra a ambos lados del problema y llegan a influir en las elecciones presidenciales.
La defensa y la explotación del pre-sal, además de la exportación a amplia escala de petróleo abre espacio para que alguien reivindique la adopción por parte de Brasil de la capacidad atómica para disuadir a otros actores internacionales interesados en proyectar su propio poder en las reservas, medios de transporte y almacenamiento de petróleo (cerca de 2/3 del petróleo brasileño ya son almacenados en los navíos de Petrobras, lo que suscita el desarrollo de submarinos atómicos).
Los estudios, proyectos, análisis geopolíticos y hasta entrevistas en foros internacionales ahora engloban ineludiblemente el pre-sal, que pasó a ser también prioridad en la compra de armamento por parte de las fuerzas armadas. Apresuró inclusive la adquisición de cuatro submarinos convencionales del tipo Scorpéne a Francia y la decisión de consolidar el proyecto de construcción del primer submarino brasileño a propulsión nuclear. El paquete militar y de transferencia tecnológica, suscrito entre Brasil y Francia, suma 6,7 mil millones de euros.



Los submarinos convencionales, como el Scorpéne, servirán de base para el desarrollo del futuro submarino nuclear brasileño. El propulsor, que no está incluido en el acuerdo, será desarrollado por la Marina. Casi 1,9 mil millones de euros serán destinados al proyecto y a la construcción del astillero y de la base naval. La ejecución del programa propiamente consumirá 4,9 mil millones de euros, siendo 1 mil millones en adquisición de torpedos y de tecnología del proyecto tanto del submarino convencional como del nuclear. La transferencia de tecnología representa un aspecto decisivo y crucial. El proyecto y la construcción del futuro submarino nuclear - casco, sistemas, reactor y planta de la propulsión - están presupuestados en 2 mil millones de euros. Los cuatro submarinos convencionales costarán 1,66 mil millones de euros, 415 millones cada uno.
El tradicional discurso de protección de Amazonia se modernizó y pasó a ser compartido entre la frontera al norte y la frontera marítima brasileña. En una alianza entre Itamaraty, la Defensa y la Marina, el gobierno intensificó las negociaciones en la ONU para ampliar el territorio marítimo brasileño. El pedido original es de 2004 y preveía 950.000 km2 más, equivalente a toda la región Sur. La ONU respondió parcialmente a favor en 2007, dejando fuera cerca de 200.000 km2.
Brasil posee un amplio territorio y litoral lo que imperiosamente implica muchísimo por defender: un centro-sur desarrollado, una atesorada Amazonia y un pre-sal desestabilizador a explorar. Así, existen amenazas en dos posibilidades de conflicto: el de la Amazonia y el del Atlántico Sur.   El Atlántico Sur ya fue ruta marítima obligatoria rumbo al Índico y al Pacífico, hasta que la apertura de los canales de Suez (1869) y de Panamá (1914) concentrara el flujo del comercio marítimo occidental en el Mediterráneo y en el Atlántico Norte.
Durante el siglo XX, el Atlántico Sur permaneció como el más pacífico de los océanos, a pesar de algunas acciones aisladas. El Atlántico Sur volvió a ganar cierta importancia en la época de los super-petroleros, durante los años 70 del siglo pasado, en función de la primera crisis del petróleo y de la interrupción temporal del tráfico de navíos por el Canal de Suez. En 1982, se hizo escenario del conflicto armado entre Argentina y Reino Unido, por las islas Malvinas. Es probable que el largo aislamiento geopolítico de este océano este llegando al fin.
            El incremento de la producción petrolera de las reservas localizadas en las cuencas sedimentarias de los litorales de América del Sur y de África Occidental puede aumentar la importancia estratégica del Atlántico Sur, contribuyendo a la reducción de la dependencia de Estados Unidos y otros países occidentales en relación al petróleo de Medio Oriente. Sin incluir el potencial del pre-sal brasileño, la producción diaria de petróleo en el mar en América del Sur puede crecer de 2,5 millones de barriles en 2005 a 6,1 millones de barriles para 2030 (un crecimiento del 144%). En el mismo periodo, la producción en el litoral de África puede pasar de 4,9 a 12,4 millones de barriles por día (un crecimiento de 153%).
El aumento del comercio internacional, cada vez más dependiente del transporte marítimo, llevó a la estructuración de un sistema fuertemente globalizado. Cualquiera que sea su bandera, el navío mercante frecuentemente es propiedad de un conglomerado multinacional, mientras que la carga pertenece a otro y el seguro es hecho por un tercero. La tripulación generalmente procede de diversos países. ¿A qué país cabría dar protección al navío y a su carga, así como a la tripulación, contra posibles amenazas?
La complejidad de la tarea de garantizar la seguridad del tráfico marítimo y de las actividades conectadas al uso económico del mar, en escala global, sugiere la adopción de medida cooperativas. Esto se justifica, pues la seguridad de cada nación está cada vez más conectada a la seguridad del sistema internacional y puede ser afectada por cualquier amenaza al uso de los mares.
            Actualmente, más de dos mil millones de personas viven a distancias de hasta 100 Km. de una línea costera. Por los mares circulan aproximadamente 50 mil navíos de porte oceánico, que transportan un 80% del comercio mundial. Todos los años, casi dos mil millones de toneladas de petróleo (un 60% de todo el petróleo producido) son transportados por vía marítima.
            Las rutas marítimas de interés inmediato para Brasil incluyen a la de América del Sur, con ramificaciones en el Pacífico, América del Norte y Europa y las de África Occidental y del Cabo de Buena Esperanza. Pero, estos intereses comerciales se están desplazando a Asia u pasando a incluir países como China, India, Japón, Corea del Sur e Indonesia. Los intereses marítimos de Brasil no están limitados al área vital, constituida por la “Amazonia Azul”. El área primaria de influencia del Poder Naval Brasileño comprende todo el Atlántico Sur, entre América del Sur y África, así como parte del Océano Antártico. El área secundaria incluye el Mar del Caribe y parte del Pacífico Sur, en las proximidades del litoral sudamericano. La región fue escogida por albergar puertos estratégicos, usinas nucleares y reservas gigantescas de petróleo.
            Después de simulaciones que incluyeron una operación de rescate en una plataforma de petróleo, un desembarque-sorpresa en el litoral capixaba y la ocupación estratégica del archipiélago de Fernando de Noronha,  terminó a fines de julio el mayor ejercicio conjunto realizado por las Fuerzas Armadas, el primero enfocado en la defensa de los pozos de la capa pre-sal. Durante 12 días, cerca de 10 mil hombres del Ejército, de la Marina y de Aeronáutica enfrentaron situaciones de amenaza creadas especialmente para la Operación Atlántico 2 en un área que va del litoral paulista al archipiélago de San Pedro y San Pablo, a 1.010 kilómetros al nordeste de Natal.
            En uno de los ejercicios, un grupo de buceadores de combate de la Marina usó cuerdas para descender rápidamente de un helicóptero Super Puma sobre la plataforma P-43 de Petrobras, en la cuenca de Campos, con el objetivo de capturar a los terroristas y rescatar rehenes con vida.  En el centro de operaciones montado en Rio, los comandantes monitorearon cada acción a distancia y orientaron la reacción de los criminales con equipos de videoconferencia. Las Fuerzas Armadas también simularon escenarios de amenaza a los campos de petróleo del Sudeste –rápidamente protegidos por navíos listos para reaccionar a ataques de fuerzas hostiles-.
            La protección de las actividades marítimas en escala global excede la capacidad de un solo país, aunque fuera una superpotencia. Por eso, la Marina de Estados Unidos lanzó, en 2005, la iniciativa denominada Asociación Marítima Global (más conocida como “La Marina de los mil navíos”), confirmada por la nueva Estrategia Marítima norteamericana en 2007. La interrupción de actividades marítimas vitales puede causar serios daños a la economía brasileña.


Ibope: Dilma Rousseff lleva 11 puntos de ventaja sobre José Serra

martes, 19 de octubre de 2010

Pepsi, emisiones de carbono y escasez de agua

 
La pugna de consumidores emprendida entre Pepsi y Coke tiene un nuevo giro en Gran Bretaña con la promesa de PepsiCo de reducir las emisiones de carbono y el consumo de agua de sus operaciones británicas en un ambicioso 50% en cinco años. El agua es el primo segundo pobre del carbono.
PepsiCo es dueña de la compañía británica de papas fritas Walkers (Además de Avena Quaker y los jugos de frutas Tropicana), que compra más de 350.000 toneladas de patatas por año. El grupo dijo que sustituirá las tres variedades de papas que cultiva en Gran Bretaña con tipos que necesitan menos aguas en la producción y que son mejor almacenadas. Las papas contienen un 80% de agua. Las 350 granjas que cultivan las papas de la corporación también se pasarán a fertilizantes más bajos en carbono y usarán irrigación más precisa. En vez de aplicar aproximadamente 10 toneladas de agua en el campo, para cultivar una tonelada de papas en áreas secas, después de 2015 las granjas usarán aproximadamente  cinco toneladas. Asimismo, la empresa aplicará un nuevo sistema que en función de la humedad del suelo y la predicción del tiempo permite utilizar menor cantidad de agua en el riego de los cultivos de dicho tubérculo.
El sistema podría aplicarse en las cuatro fábricas en la que elabora ese producto en el Reino Unido. Aunque el riesgo de sequía allí no es tan grande como en otras partes del mundo, en regiones como East Anglia la falta de lluvia ya está causando problemas, y  se prevé que esta podría aumentar en el futuro. En algunos países del mundo las multinacionales ya han reducido sus inversiones debido a las previsiones de escasez de agua y las que dependen de los productos agrícolas ya están pensando en trasladarse a otros mercados donde sus suministros no se vean afectados por la sequía.
Otro gran tema para PepsiCo es el "water balance", es decir la idea que que puede usar la tecnología y las nuevas prácticas de negocios para devolver más agua a las regiones particulares que son actualmente usadas en sus operaciones. Los agricultores de papas serán capaces de usar una calculadora computarizada de carbono llamada The Cool Farm Tool, que muestra cuánto dióxido de carbono (CO2) es emitido durante cada parte del ciclo agrícola en una tentativa de ayudar a los agricultores a entender cuanto carbono resulta de las diferentes prácticas.
Pepsi y Coke, que vende sus productos en casi cada país en el mundo y son dos de las marcas más conocidas en el globo, por mucho tiempo han luchado uno contra otro por el gusto, el precio, el contenido de azúcar y el mercado de distribución. Cada una de las marcas ha sido criticada por las comunidades, tribunales y países en vías de desarrollo, por agotar las provisiones de agua en áreas propensas a sequía y supuestamente por envenenar el agua con pesticidas.
Un movimiento masivo ahora surgió en India para sostener a las empresas multinacionales responsables por el uso del agua. El estado de Kerala en India prohibió la venta y producción de Coke, Pepsi, Sprite, Fanta y otros soft drinks hechos por las filiales locales de las firmas. En los cálculos, se necesitan nueve litros de agua limpia para fabrican un litro de Coke, aunque Coca-Cola dice que la cifra correcta es de 3.12 litros por regla general. Una investigación demostró que la mayor parte del agua ambas empresas consumen es usada para cultivar ingredientes más que para el proceso de fabricación en sí mismo.
La industria de alimentos comienza a reconocer que gran parte de su focus debe estar en la cadena de suministro agrícola. PepsiCo tomó un papel de liderazgo en reconocer que esto es, en su corazón, un negocio agrícola.

jueves, 14 de octubre de 2010

Geopolítica: Guerra por los recursos. Fertilizantes y alimentos

*Las sequías, las inundaciones y mal tiempo generan otro pico temporal de la demanda. Pero el uso de fertilizantes aumentará con el paso del tiempo por el crecimiento de la población y por la tendencia de la gente de comer alimentos diferentes a medida que se hacen más ricos. En concreto la carne, que aboga por lotes de alimentos de ganado fertilizado.

Por primera vez desde 2007, la historia de los grandes negocios en esta época del año no tiene que ver con los bancos. Tampoco destaca el state-of-the-art de la magia financiera. No, el verdadero recorrer de las páginas de negocios este mes, son las noticias concerniente a los fertilizantes. Aquella sustancia poco glamorosa es el centro de una masiva batalla de negocios que sugiere mucho hacia qué dirección va la economía mundial.
La puja hostil de BHP Billiton por la canadiense Potash Corporation pone en escena una de las puestas en escena de una de las mayores batallas de takeovers en minería. Pero esto es más que un choque entre multinacionales intentando auto-vanagloriarse. Seguramente, los argumentos habituales serán la diversificación, las sinergias y la perspectivas de grandes ganancias, aunque la empresa objeto de compra se queda del precio de la oferta por ser demasiado bajo. Pero detrás de la retórica hay un bidding war que desvela la lucha global por los recursos en un planeta con escasez de agua y de alimentos, sobrepoblación y contaminación. Y de esto se desprende una pregunta que ensombrece el siglo XXI: cómo proporcionar suficiente alimento para una población global que se elevará de 6.8 mil millones a más de 9 mil millones en 2050, según Naciones Unidas. En poco, el globo emprendió un scramble por los recursos, una carrera que bien puede modificar las perspectivas económicas y las relaciones internacionales, y que fácilmente podría conducir a un descarte de tierras. Debe considerar que la pérdida de superficie del suelo, la sequía y el cambio climático generan graves riesgos a la disposición de frutas, verduras y granos básicos en las meses del mundo. El trato, si resulta, puede plantear un grave riesgo al mantenimiento de un sistema resistente de suministro global de alimentos[1].



Potash Corporation, con sede en Saskatchewan, es el mayor productor de potasa, componente clave de fertilizantes usados para maximizar el suministro de cosechas sanas[2]. La empresa también hace el nitrógeno y el fosfato, otros dos componentes primarios de productos fertilizantes. Con un aumento de la demanda de granos y menos tierras de cultivo disponibles por persona, "la necesidad de fertilizante -sobre todo la potasa- nunca ha sido mayor", dice el sitio web de Potash Corp. Sin embargo, el coloso minero no despertó al sector. Rusia anunció hace unas semanas la fusión de sus dos principales productores de potasa para competir a nivel internacional, lo que despertó el interés por las adquisiciones del gigante angloaustraliano (ver abajo).
Las apuestas pueden elevarse sobre el futuro de la agricultura, y en particular, de los fertilizantes y la potasa. Para los interesados, es relativamente fácil, barato y rápido para incrementar la capacidad de producción de fertilizantes nitrogenados. Los abonos basados en fosfato son más difíciles de producir y más costosos. Pero la explotación de potasa rica en potasio viene con los mayores obstáculos para entrar en las tres clases de nutrientes. Esto puede costar varios millones de dólares y siete años para construir un hueco en el mercado[3].
La demanda de potasa sucumbió en el 2009. Pero es probable que se recupere con fuerza. Y los altos costos de entrada en el negocio favorecen las adquisiciones en lugar de realizar nuevas excavaciones mineras. Las ventas de potasa durante el 2009 fueron cercanas a los 30 millones de toneladas, lo que representa la mitad del total comercializado en el 2007, según Scotia Capital.
Gil Parkinson del sitio web australiano Business Spectator, dijo que la oferta de BHP no responde sólo a la tentativa de diversificarse: esto es una de las principales apuestas por lo que causará la creciente demanda de productos fertilizantes para producir alimentos. Según Potash Corp., más personas comen carne, y con el aumento de los ingresos de los países en desarrollo, millones de personas cambian del almidón a dietas basadas en proteínas. "Cada libra de ternera requiere siete libras de granos para producir, y esto tiene un impacto sustancial en la demanda", dijo un funcionario de Potash.
Los analistas convienen que el uso de fertilizantes está destinado a la atender el aumento de la alimentación de la creciente población mundial. Un informe del HSBC señala el crecimiento en importancia de acontecimientos meteorológicos extremos, que interrumpen cada vez más la producción. El fracaso de la cosecha de trigo rusa por la sequía este año, así como las inundaciones en Pakistán, son algunos de los casos de referencia.
La sequía rusa intensificó el debate sobre la seguridad alimentaria. Ante estos problemas, la potasa es uno de los mejores fertilizantes, ya que también ayuda al suelo a regular mejor la absorción del agua. La creciente demanda de este mineral hizo que muchos grupos internacionales se hayan preocupado en los últimos meses de tomar posiciones en este mercado. La brasileña Vale Do Rio Doce invirtió 3.800 millones de dólares en el último año para hacerse con los activos en el mercado de fertilizantes de potasa, mientras que la gigante BHP compró a la canadiense Atrasaba por 323 millones de euros, en una carrera por mantener el liderazgo mundial en la industria minera.
Rusia anunció recientemente que prohibió las exportaciones de trigo, dados los problemas de sequía e incendios que tuvo y que puso en jaque las reservas de cereales del país. Para no incrementar los precios en el mercado interno, se cancelaron las ventas al extranjero hasta diciembre, con la promesa de revisar esta decisión en octubre, ya que disparó el precio del trigo en todo el mundo a su máximo de los últimos dos años. Los analistas meteorológicos advirtió que la sequía que devastó al menos un cuarto de las cosechas de granos de Rusia este verano amenaza previniendo sembrar las cosechas del próximo año[4].
Note que el enorme aumento en los precios del trigo de este mes no fue anticipado por el mercado. Después de la extraordinaria producción del año pasado, los comerciantes estaban esperando otro buen año y así se mantuvieron ocupados en otros asuntos antes que en comprar trigo: y así, en el mes de julio, los fondos de protección quedaron cortos (ellos ganarían dinero sólo si los precios caen)[5].
Los expertos dicen que la producción de cosechas está bajas en muchas regiones, en parte debido a la histórica bajo uso de fertilizantes en muchos países en desarrollo. China tiene un 20% de la población mundial, pero solamente 7% de su tierra arable -con una disminución porque la industria china arruinó las extensiones de tierra antes fértiles por la contaminación e industrialización pesada[6]. China importó aproximadamente la mitad de su potasa el año pasado, la mayor parte de Canadá y Rusia.
La producción doméstica es de 3m-4m de toneladas cada año, con una demanda promedio de 7.9m de toneladas. Los agricultores cortaron su empleo de potasa debido a la crisis económica, según Wang Ling del China Fertilizer Market Week, pero la demanda de pre-crisis estaba en torno a los 11m de toneladas cada año. Jon Galligan, analista de CLSA con sede en Hong Kong, que estudia la agricultura china, dijo que la escasez de potasa contrasta "con el suficiente suministro doméstico de fertilizantes de nitrógeno y fosfato".  Los funcionarios están preocupados por la cosecha de granos de otoño que se aproxima, con la producción de arroz permaneciendo entre una de sus variables más cruciales. El arroz representa el 40% de la producción de granos chinos[7].
The Fertiliser Institute en Washington dice que China e India usa sólo la mitad potasa sobre sus campos como los agricultores americanos. Para China, donde la seguridad de alimentos es una preocupación clave del gobernante Partido Comunista, el suministro de potasa es una preocupación a nivel nacional, en particular si se considera que el país no produce suficiente potasa en el interior del país para satisfacer el crecimiento de la demanda[8].
Un paper reciente publicado por la Royal Society dice que existen límites sobre la cantidad de tierra que estará disponible para las cosechas aún cuando se estime que se necesita un aumento del 70% del suministro de alimentos, a nivel global, en los próximos 40 años. Pero mejor fertilizantes y productos químicos podrían aumentar enormemente la producción y cortar el uso de agua.





China entra en la puja por asegurarse la provisión del producto a precios ventajosos 


China surge como un jugador fundamental en las discusiones por una oferta sobre Potash Corp. Un puñado de empresas públicas chinas, incluyendo al conglomerado químico Sinochem Group y la firma de energía China National Offshore Oil Corp. (CNOOC), está considerando una oferta potencial por el mayor productor mundial de potasa. El objetivo de China es asegurar una parte significativa de la sustancia nutritiva de la cosecha que se ha hecho crucial para el sector agrícola de un país de 1.300 millones de habitantes, donde cada vez es más clave la tierra para satisfacer la rápida demanda de alimentos[9].
La propiedad china significaría que los suministros de potasa podrían ser asignados a la extensión agrícola china, incitando a un déficit global de esta lifeblood agrícola”, dijo Sanjay Khanna a Huffington Post. Los países que carecen del adecuado acceso a la potasa a importar granos y productos de China. Lamentablemente, aquellos productos agrícolas estarían en peligro de contaminación por los peligrosos niveles de agentes y toxinas, ítems en los que el gobierno chino es desastrosamente flojo.
El papel de China en la determinación de la futura propiedad de Potash Corp. subraya el plan económico del país y la maduración del sector el pleno auge corporativo. Si la oferta china se hace efectiva, esto crearía un precedente, marcando por primera vez que una firma china salte a una batalla de takeover de alto-perfil en el sector de recursos de Canadá. Sinochem, el mayor trader de fertilizantes chino, está visto con el candidato más lógico para conducir una oferta por Potash, que tiene 22% de interés la unidad de fertilizantes de Sinchem, Sinofert.
China Investment Corp. (CIC), el fondo soberano de riqueza del país, es también un posible comprador, pero las fuentes dicen este jugaría más probablemente un papel secundario. CIC está enfocado en las inversiones que ofrecen altos retornos, más que los que tengan importancia estratégica para China. El interés que conduce a China no es sólo por una necesidad de alimentar a su población sino también por la incomodidad que le genera la idea que BHP controle una gran parte del mercado de potasa.
BHP ya mostró sus músculos a China con el mercado de mineral de hierro y de carbón forzando recientemente a un movimiento hacia contratos de término más corto. Los funcionarios chinos están cautelosos de que gigante minero australiano gane un papel principal en otro commodity clave.
Mientras tanto en Rusia, el oligarca, Suleiman Kerimov, magnate de la industria del metal, trata de fusionar Uralkali, que cotiza en la bolsa de Londres,  con Silvinit, el mayor productor de potasa del país. Silvinit comparte con Uralkali el yacimiento Verjnekámskoye, en la provincia de Perm. El grupo resultante de esta operación, valorada en cerca de 20.000 millones de dólares (15.000 millones de euros) sería el segundo mayor productor de potasa del mundo, poniendo en peligro la hegemonía de la canadiense Potash Corporation of Saskatchewan.[10] Éste no es el primer intento de Rusia por desbancar a Canadá como líder en la producción de minerales, liderazgo que ha ido cediendo en los últimos años. En 2007, Norilsk adquirió a su rival LionOre, convirtiéndose en el primer productor de níquel y paladio del mundo, además de incrementar su presencia en oro, platino, cobre y cobalto. Prácticamente al mismo tiempo, Rusia impulsó la megafusión de Rusal y Sual, dando vida a un gigante del aluminio, que adquirió también los activos de la suiza Glencore.
Una vez controlado el sector energético y el de metales, cuyos precios se han disparado en la última década, Rusia apuesta ahora por la potasa y la agricultura, cuya cotización también está al alza. Se espera que el coste de este mineral se multiplique por siete en la próxima década, lo que podría disparar el precio de los cultivos en los que se utiliza este tipo de fertilizante, como los cereales[11].
Citibank, a pesar de lo que dice Uralkali, dijo que no hay ninguna garantía de acuerdo seguirá adelante, y podría ser parte de una batalla para reforzar posiciones de mercado de algunas empresas. "Esta situación nos recuerda que los planes de fusión de metales y minería que aparecieron a principios de 2009, donde los holdings individuales buscaban el apoyo del gobierno", escribió Daniel Yakub en una nota[12].




La inicio de un nuevo ciclo en el mercado global de fertilizantes



La guerra de los fertilizantes, con la oferta de BHP por Potash y la planeada creación de campeón ruso con la fusión de Uralkali y Silvinit, llevará no sólo a reformar la propiedad de la industria, sino también a su sistema de asignación de precios. Durante décadas las empresas de fertilizantes exportaron su fosfato[13] y potasa por tres organizaciones de marketing -en efecto carteles legales- que negociaron los contratos reservas anuales con compradores en China, India y otros países[14].
Ahora BHP Billiton señaló que procuraría romper los cárteles acogedores si asume PotashCorp. La potencial ruptura tendría un efecto de onda en la industria, forzando a todos los grupos de fertilizantes a competir por los precios por primera vez desde la creación del primer cártel en 1972. "Esto podría cambiar la dinámica de la industria", dijo Joel Jackson, analista de fertilizantes para BMO Capital en Toronto, repitiendo una perspectiva extensamente sostenida por analistas y ejecutivos.
Los tres cárteles son Canpotex, que vende potasa fuera de Norteamérica por parte de Potash Corp., Mosaic con sede en Estados Unidos y la canadiense Agrium; Belarusian Potash Company, Urakli brazo de marketing de Moscú y Belaruskali de Bielorrusia; y PhosChem, que maneja los mercado de fosfato fuera de Estados Unidos, con Potash Corp y Mosaic que poseen la mitad cada una.
Juntos controlan el 70% del comercio global de dos fertilizantes claves que aumentan la cosecha y protegen a las plantas de enfermedades (las ventas de nitrógeno, el tercer fertilizante principal, no están afectados por los cárteles).  Los grupos son protegidos según las misteriosas reglas que los eximen de la acción antitrust. The Phosphate Chemicals Export Association, o PhosChem funciona conforme el Webb-Pomerene de 1918, les permite hablar con sus competidores sobre precios y otros asuntos.
Los cárteles regulan la producción para emparejar la demanda en un esfuerzo por mantener los precios altos, como lo hace la OPEP en el mercado petrolero. Los observadores de la industria temen que sin el paraguas de los cárteles, los productores de costos altos quedarían excluidos. Los analistas de la industria dicen que la mayor parte de la producción de altos costos están en manos de K+S, de Alemania y las minas de España y el Reino Unido de Israel Chemicals. Intrepid Potash, grupo con sede en Estados Unidos y la brasileña Vale son también productores high-cost.
Marius Kloppers, director ejecutivo de BHP Billiton, dijo que la minera honraría los compromisos de PotashCorp con Canpotex, pero dejó la puerta abierta para un cambio: “Nuestra actitud normal sería (…) tener nuestra gente de marketing frente a nuestros propios clientes”. La advertencia refleja la larga batalla de Kloppers para reformar el mercado del mineral de hierro.
El commodity usado en la siderurgia se vendió por 40 años mediante contratos anuales sellados tras negociaciones largas y secretas. Pero a principios de este año, el sistema se derrumbó, con los mineros moviéndose a contratos trimestrales vinculados a los precios spot. PotashCorp suministró 54% de la potasa vendida por Canpotex y 22% del fosfato que PhosChem comercializó el año pasado.
Es poco probable que BHP Billiton se aleje de inmediato, dicen analistas y ejecutivos de la industria. Ellos creen que la minera mantendrá algunos vínculos, al menos para usar las instalaciones construidas por Canpotex y PhosChem, tales como terminales de exportación. Pero con el tiempo, es probable que BHP actúe sola. Aún más importante, es probable que BHP rompa el enfoque del cartel de equiparar oferta y la demanda para mantener los precios artificialmente altos. La compañía mantiene sus minas funcionando a plena capacidad, calculando que su bajo costo de producción asegurará ganancias sólidas.
Con el futuro de Canpotex y PhosChem en peligro, las perspectivas para Belarusian Potash Co., el otro cartel, están mejorando, ya que la fusión Uralkali-Silvinit traería un nuevo miembro. Pero incluso con un nuevo miembro, es improbable que el cartel logre mantener su poder si BHP Billiton tiene éxito en traer los fertilizantes en línea con otros productos básicos de libre mercado.



[2] Seeking Alpha, “Three Fertilizer Stocks Poised for Growth”, (16/8)

[3] The Wall Street Journal, “Fertilizer Market Comes Into Focus”, (17/8)

[4] Financial Times, “Drought to hit next Russian grain crop”, (12/8)

[5] The Wall Street Journal, “Decision Time Looms for Wheat Farmers”, (9/8)

[6] Financial Times, “China’s fertiliser needs in view”, (24/8)

[7] The Wall Street Journal, China Real Time Report, “As Potash Drama Unfolds, China Flogs Fertilizers”, (27/8)

[8] The Wall Street Journal, China Real Time Report, “China’s Big Potash Appetite”, (25/8)

[9] The Globe and Mail, “In Potash battle, Chinese players weigh bid”, (27/8)

[10]  Financial Times, “Oligarch aims to unite fertiliser sector”, (9/8)

[11] Financial Times, “Russia to establish fertiliser champion”, (8/8)

[12] The Moscow News, “Fertiliser shake-up”, (12/8)

[13] El fosfato, un mineral que se encuentra en fósiles marinos, provee nutrientes esenciales para el desarrollo de las células vegetales, mientras que el hidróxido de potasio, producido a partir de rocas encontradas en la tierra, ayuda a que las plantas crezcan con más fuerza.

[14] Financial Times, “End looms for fertiliser cartels”, (19/8)



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