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lunes, 28 de marzo de 2011

De los vaivenes de los recursos energéticos

La energía nuclear no está sola, en el único lugar de villana. Parece que no hay una fuente de energía con la que podamos vivir. Es decir sin riesgos. No era el año pasado que los ingenieros de BP estaban trabajando desesperadamente contra reloj para encontrar una manera de tapar una fuga de tres meses tras la explosión de la plataforma en aguas profundas que derramó 205 millones de galones de petróleo crudo en el Golfo de México? Ahora, los ingenieros y los operadores de la central están haciendo frente a la radiación potencialmente letal para evitar una catástrofe en la central nuclear Fukushima. El derrame de petróleo en el Golfo de México provocó toda clase de protestas públicas. Esto derivó en moratorias y regulaciones costosas no sólo en Estados Unidos sino en el mundo entero. El accidente, además, ofreció nuevos motivos para oponerse a fuentes contaminantes como el carbón, bajo la sombra por su contribución al calentamiento global, y las arenas bituminosas canadienses.
Los costos no-monetarios de la producción de energía cobran ahora tanta importancia que los gobiernos están atrapados en una parálisis política, sin condiciones de aprobar cualquier nueva opción que pueda ayudar a satisfacer la creciente demanda, con resultados que van desde los altos precios de la gasolina hasta apagones como los que vive Japón. Nos estamos acercando a lo que a los anglosajones les gusta denominar "break point" donde no hay grandes fuentes de energía que sean simultáneamente baratas, seguras y limpias. Tras 12 meses de aumento de la demanda, los derrames catastróficos y la inestabilidad política en Medio Oriente, el petróleo no es nada de lo anterior.
Lo que estamos viendo hoy es clásico en términos de cómo la historia, hecha por los humanos, ha tratado a la energía o de cómo la sociedad ha evolucionado gracias a ella. Cada pocas generaciones, hay una serie de eventos que se unen para puntualizar que hay que cambiar nuestra forma de hacer las cosas. El sello distintivo del break point ocurre cuando los gobiernos se involucran y empiezan a promulgar una serie de políticas que cambian la forma de hacer las cosas. Es sólo una cuestión de tiempo antes que usted vea políticas aplicadas por los principales países consumidores para hacer frente a la situación del petróleo. Y ahora tenemos la situación nuclear. De alguna manera, es un doble break point.
Tanto Estados Unidos como el mundo en desarrollo tendrán que pensar seriamente cómo producirán energía para satisfacer la demanda creciente. Incluso economías maduras, como Japón y Alemania, deben decidir como rellenar sus necesidades de energía así como dejar fuera de línea los viejos reactores nucleares. Arriesgando un pronóstico, derivado de los acontecimientos recientes, los ganadores de esto pueden ser el carbón y el gas natural. El gas natural ha superado dos de sus mayores obstáculos -volatilidad de precios y suministro cuestionable-. En gran parte debido a los descubrimientos en Estados Unidos y otros países que han aumentado significativamente las reservas conocidas. También volveremos hablar de renovables, cuando habían sido opacados por la revolución del gas shale y sus bajos costos. Pero vale machacar, no sustituyen la producción de un pozo petrolero o de un reactor nuclear. 
Y la jerarquía testeada con el tiempo de las necesidades de energía, de su seguridad siempre es lo primero. La asequibilidad viene después y si son limpias viene en un orden final, a menos que se ponga en juego la vida de poblaciones enteras, como el caso de la emergencia nuclear japonesa. Lo que se contempla en un break point es justamente una tensión enorme entre esas tres dimensiones. Es hora de generar prioridades. Hay, desde luego, otras formas de tratar con un break point, como la reducción del uso de energía, aunque esto raras veces fue usado a lo largo de la historia.
La sociedad se ha acostumbrado a soluciones relacionadas con la oferta. Sin embargo, las sociedades modernas tienen a su disposición herramientas tecnológicas, y, posiblemente, la presión social, para consumir menos energía en términos absolutos, no sólo per cápita o por dólar del PBI. Irónicamente, el único país que hizo mayormente el uso de esa dimensión es Japón. Si hay un lado positiva en la nueva crisis energética, es la mayor comprensión que ofrece a los consumidores sobre los costos no-monetarios del consumo de energía, en lugar de limitarse a tomar los beneficios por sentado. Realmente, y hay que subrayarlo hasta el cansancio, no hay fuente de energía libre de culpa y cargos. O como escuché hace unos años en un congreso de energía: "Some will kill you slowly; some will kill you fast" (algunos te matan lentamente, algunos te matar rápido).
Para finalizar una reflexión sobre la demanda, un tema que no se trata demasiado. Hay muchos paralelismos inquietantes entre el derrame de petróleo y el desastre en Fukushima. Ambos implican industrias, la energía nuclear y el petróleo en aguas profundas, que son vistos como respuestas tecnológicas contra el agotamiento del petróleo convencional. Y tanto la participación de empresas que fueron gigantes en sus respectivas industrias de energía. Es la cercanía entre los desastres de Deepwater Horizon y Fukushima sólo una coincidencia o es la naturaleza tratando de decirnos algo?
Por supuesto, no es un mensaje que muchos de nosotros queramos oír. La central nuclear japonesa, como la plataforma Deepwater Horizon, son productos de nuestra insaciable demanda de energía, lo que nos obliga a aprovechar fuentes cada vez más costosas y problemas de suministro. Los costos ambientales parecen estar aumentando de forma exponencial, pero nuestra sed de energía nunca puede parecer que se va a apagar.

 
                                                                     Hernán Federico Pacheco 

                                                                     La Plata, Argentina, 28 de marzo de 2011


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