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martes, 12 de octubre de 2010

Semiótica de las elecciones Brasileñas. En el mundo virtual, Dilma perdió las elecciones; Serra ganó con el 7% de los indecisos


¿Puede perder Dilma Rousseff las elecciones presidenciales brasileñas?  Desde hace unos días circula la hipótesis de que la disminución a 4 puntos de ventaja que lleva Dilma y el 7% de indecisos (según Datafolha) son una combinación de factores que podrían modificar el resultado final de las elecciones. Esta construcción épica del relato como debacle de la delfina de Lula tiene sus raíces en las formas  actuales de comunicación de la prensa brasileña. Su sustancia es consecuencia de un hecho central: Lula ha tenido que vencer las duras resistencias de varios de los grandes poderes fácticos, comenzando por la prensa. Lo que está ocurriendo ya no es un enfrentamiento de ideas y de interpretaciones y el uso legítimo de la libertad de prensa. Ocurre un abuso de libertad de prensa que, en la previsión de una derrota electoral, decidió movilizarse contra el presidente Lula y la candidata Dilma Rousseff. En esa guerra vale todo: la ocultación de hechos, la distorsión y la mentira directa.
El asunto es revelador porque nos muestra, una vez más, la naturaleza inevitablemente política, parcial, interesada de aquellos que en todo momento se presentan como los depositarios de la libertad de expresión y, en verdad, no pretenden otra cosa que dictar la agenda pública de conformidad con sus intereses particulares. En un meeting reciente, el presidente Lula llamó a los medios de comunicación a asumir su “falta de neutralidad” en las elecciones, acusando al canal TV Globo, a los diario Folha de San Pablo y O Estado de San Pablo y a la revista Veja de apoyar a Serra. En los más de 1300 días transcurridos desde la segunda posesión de Lula en la Presidencia, cada uno de ellos fue dedicado por los mass-media a la destrucción de la imagen de su gobierno, con una sucesión de campañas acusatorias en los vehículos de comunicación mencionados.
 Uno de los grandes ejemplos es la revista Veja. 10 años atrás, era incontestable que Veja fuera la mejor y más importante revista de Brasil. Hasta quedar demasiado en evidencia la diferencia entre las tapas de Veja y la realidad, aún durante el gobierno de FHC.  Veja es el mayor ejemplo de la caída de la credibilidad de la prensa. Pero otros vehículos, hasta O Globo, cayeron en esos 8 años. Ese proceso de utilización de la prensa como arma del sector dominante para elegir gobierno sumisos llegó al ápice en 1964, con un golpe militar forjado en las páginas de los mismos Globos, Folhas, Vejas y Estadoes ya mencionados. Golpistas y prensa actuaron en absoluta consonancia para destruir un gobierno legítimamente electro e implantar una dictadura de veinte años en Brasil.
Días después del discurso de Lula, el diario Estado de San Pablo expresó su apoyo por José Serra en un editorial.  Los argumentos del diario oscilan entre la nada –los supuestos méritos del candidato Serra-, ninguna cosa –su currículo ejemplar de hombre público –y el absoluto vacío- lo que él puede representar para la reconducción de Brasil a desarrollo económico y social pautado por valores éticos. La verdadera preocupación del matutino paulista, al fin y al cabo, se reduce a tímida y esotérica convicción “de que el candidato Serra es el que tiene mejores posibilidades de evitar un gran mal al país”. En verdad, el discurso de Serra es vacío, por eso juega sucio, hace del recurso sórdido su principal arma para vencer las elecciones, desviando el foco de la atención a asuntos que nada tienen que ver con lo político y, sobre todo, promoviendo, con la ayuda de distintos medios de comunicación, la confusión y el terror discursivo entre los más despolitizados e ingenuos.
La defensa de la candidatura de Serra, ensayada en medio párrafo en el diario Estado de San Pablo, por lo tanto, se pierde en un mar de generalidades, y tanto como los tímidos elogios a las políticas públicas implementadas por el actual gobierno –todas ellas, dígase de pasada, relacionadas a la etapa de Cardoso, y no a méritos del PT- desaparecen ante el odio destilado contra la posibilidad de continuidad con Dilma Rousseff, del proyecto del PT. La impresión que queda no puede ser otra sino que la defensa de la candidatura opositora sirve de mero pretexto para un ataque rabioso al proyecto actual. No se trata de un editorial a favor de la candidatura de Serra, sino contra Lula, el PT y todo lo que su proyecto puede representar.
Un editorial que podría haber entrado en la historia reciente de la democracia brasileña como ejemplo de maduración de la libertad de expresión, respecto al proceso electoral y a la ciudadanía, acabó revelando todo el odio que la elite paulista nutre a proyecto político del PT para Brasil. Todo partido político tiene derecho a un proyecto de gobierno. El PSDB de José Serra y Fernando Enrique Cardoso planeaba, en 20 años, hacer que Brasil olvidara la era Vargas. Escogió, para hacerlo viable, a despecho del sustantivo compuesto “social-democracia” en su sigla, un mero embuste semántico, el pensamiento neoliberal.
¿Por qué tanta rabia? Cual es el origen de ese odio, que ve en la figura del Presidente Lula “un jefe de Estado que desprecia la liturgia que su investidura exige y se entrega descontroladamente al desmán y a la auto-glorificación”; que entrevé un jefe de Estado que, por supuestamente “ignorar las instituciones y atropellas las leyes”, sirve de mal ejemplo a la ciudadanía. Como el diario Estado de San Pablo, entrevé un mal ejemplo en un sujeto reelegido democráticamente y con un 80% de aprobación popular, que consigue  ir, donde quiera. Como un editorial puede ser tan estrecho a punto de sostener que el objetivo mayor del proyecto político del PT sea asegurar “el bienestar de la companheirada”?
El origen de tamaño rencor no puede ser, simplemente, la falacia de que la democracia necesita ser oxigenada a través de la rotación en el Poder.  Si tal tesis cargara consigo alguna necesidad, no tendríamos como librar a la humanidad de la estupidez absoluta. No serían necesarias elecciones siquiera, una vez que, en el mejor de los mundos posibles, bastaría, cándidamente, establecer un orden sucesorio entre los diversos postulantes a los cargos ejecutivos. Tal como la “mano invisible del mercado” regula la economía y distribuye, equitativamente, toda la riqueza producida, así actuaría, en la política, esa especie de “democracia natural”.
Todo el odio contra Lula evidencia un enorme prejuicio contra un hombre simple, de origen pobre y humilde, nordestino. No nació en una cuna de oro, no tiene la escolaridad de un Fernando Henrique, no habla inglés, pero al contrario de todas las creencias y temores, todos derrumbados por Lula, mostró que mucho más importante para un líder no es hablar inglés, ni haber estudiado en una facultad, sino su inteligencia y principalmente su carácter, el respeto por su pueblo, por su país.
Estado de San Pablo tiene todo derecho –hasta el deber, algunos dirían- de posicionarse a favor de la candidatura de Serra y aún contra el PT. Sólo un puede suponer que un buen argumento pasa, necesariamente, por la descalificación gratuita ajena. De lo contrario, en vez de respeto, no conseguirá nada además de transmitir la impresión que trata el interés público y su interés empresarial como si fueran una cosa sola, sometiendo la democracia a los intereses de su facción.
El gobierno de Dilma tiene grandes oportunidades de ser aún mejor que el de Lula. Dilma tendrá mayoría en el Congreso, inclusive en el Senado, cosa que Lula nunca tuvo. Tendrá condiciones de hacer mucho más que Lula, reformas que Lula no consiguió hacer, porque la oposición tenía mucha fuerza en el Congreso.


Pd: Es impresionante el grado de sumisión, de falta de sentido crítico y de la mayoría de las personas en relación a las informaciones que son destiladas por algunos medios de comunicación. Y mientras más diplomadas son esas personas, peor, pues más manipuladas son. Mientras más esclarecidas y despiertas se hallan, más crédulas son en relación a todo lo que leen, ven u oyen de esos medios. Absorben todo como verdades incuestionables, hasta montajes explícitos de fotos y vídeos. En suma, suelen creen religiosamente en la exención, seriedad, honestidad e imparcialidad de los diarios, revistas, diarios y noticieros que dominan nuestra cotidianeidad. ¿Por qué no conocen la vergonzosa historia de esos medios de comunicación y sus relaciones con las elites y el poder? Tan sólo, las aceptan como oráculos.
La credibilidad en el periodismo es puro mito, pura hipocresía, recurso de marketing usado por las empresas. La única forma de trabar la batalla democrática en el campo informativo es crear vehículos eficientes, en la forma y en el contenido, que están al servicio de los intereses de la mayoría de la población.

Tres de las tapas de Veja descalificando a Lula: 





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